Beijing comenzó una nueva ronda de pruebas a sus residentes en un intento por frenar el avance del COVID-19 y así evitar un confinamiento como el de Shanghái, donde millones de personas llevan sin salir de sus casas desde hace más de un mes.
Se contabilizaron en Shanghái 253 nuevos positivos y más de 4 mil infecciones asintomáticas, que Beijing no computa como casos confirmados a menos que manifiesten síntomas.
La urbe anunció también anunció la suspensión de los exámenes de ingreso a la universidad, en principio durante un mes, decisión que se suma al aplazamiento de los Juegos Asiáticos, que debían celebrarse en la ciudad vecina de Hangzhou en septiembre.
Si bien en las últimas semanas algunas personas han podido salir de casa, la mayoría todavía siguen encerrados pese a que los contagios llevan disminuyendo desde hace más de una semana.
La dureza del encierro ha provocado innumerables quejas y videos de denuncia a través de las redes sociales pese a la censura, pero las autoridades ya han avisado de que “la situación aún no invita a relajar las medidas”.
Han subrayado que es necesario apegarse al objetivo de “cero covid” que busca el Gobierno en la línea con lo expresado este jueves por el presidente del país, Xi Jinping, quien afirmó que “hay que mantenerse firmes” pese al descontento.
“Sin duda, la relajación conducirá a un número masivo de infecciones, casos críticos y muertes, lo que afectará gravemente el desarrollo económico y social y la vida y la salud de las personas”, advirtió el gobernante.
A diferencia de la mayor parte del mundo que ya ha decidido convivir con el virus, China mantiene desde hace dos años una política de tolerancia cero hacia el virus bajo el argumento de proteger a la población mayor, que en un alto porcentaje no está vacunada, o evitar un hipotético colapso sanitario.
El país está en plena oleada de la variante ómicron del coronavirus, que está provocando cifras récord de contagios no vistas desde el inicio de la pandemia, y a la que el Gobierno ha respondido con su libreto habitual, que implica fuertes restricciones a la movilidad, las fronteras cerradas al exterior y confinamientos de ciudades enteras.
También con test masivos en decenas de ciudades, como Cantón (sur), que anunció pruebas de ácido nucleicos en nueve distritos tras confirmar 6 casos y 1 asintomático en la víspera.
Mientras, Beijing, que contabilizó 45 casos nuevos por los 55 del día anterior, emprende este sábado una nueva ronda de test a los residentes del distrito de Chaoyang, sede de embajadas a rascacielos de negocios, el más afectado por la oleada.
El país busca “normalizar” las pruebas masivas y para ello está construyendo puestos para realizar pruebas PCR en su afán por controlar la situación epidémica y así poder volver a un incierto día a día a nivel económico.
La capital china también ha cerrado más estaciones de Metro, aconsejado el teletrabajo y prohibido la entrada en restaurantes, gimnasios, entre otros espacios de interior.
Y en los pocos establecimientos que quedan abiertos, es necesario mostrar una prueba negativa para poder acceder a ellos.
Los residentes recelan de las medidas pero esperan que al menos sean efectivas para evitar un confinamiento a gran escala como el que se está viviendo en Shanghái.
Entretanto, la prensa oficial del país enfatiza en la estrategia de COVID-19 cero, la cual ha sido puesta en duda por instituciones como la Cámara de Comercio de la Unión Europea en China, que ha trasladado a funcionarios chinos sugerencias como permitir que los casos leves y asintomáticos puedan confinarse en casa o preparar a la ciudadanía para convivir con el virus.
“China tiene una enorme población en edad avanzada y la tasa de vacunación en ella no es lo suficientemente alta”, argumentó el jefe de la Comisión Nacional de Salud, Liang Wannian, para defender la política china, recoge hoy el diario China Daily.
Otros expertos y analistas consideran que las medidas están orientadas a garantizar la reelección de Xi en el 20 Congreso del Partido Comunista de China (PCCh), que tendrá lugar en otoño próximo.
En total, el número de contagiados activos en China es ahora de 9 mil 975, de los cuales 587 en estado grave, según la Comisión Nacional de Salud del gigante asiático.
Según las cuentas de la institución, desde el inicio de la pandemia se infectaron 219 mil 296 personas en el país y fallecieron 5 mil 166.
Hasta la fecha se ha realizado seguimiento médico a más de 3.6 millones de contactos cercanos con infectados, de los cuales 444 mil 565 están ahora en observación.