Jessica Anzaldo Valles, propietaria de una sexshop en línea, explica que durante la pandemia por Covid-19 las ventas de productos, entre ellos juguetes sexuales, se incrementaron 50%, los cuales eran demandados por las parejas que estaban en confinamiento, pero ahora son las mujeres quienes más los piden.
El aislamiento provocó cambios en las prácticas sexuales para los matrimonios y parejas. Mientras los más jóvenes cancelaron el contacto físico para apostar por plataformas y redes sociales, los adultos de 35 a 45 años reactivaron su vida sexual, pero después bajó. Todo ello, detallaron especialistas y comerciantes, provocó que se duplicara la venta y uso de juguetes sexuales.
La discreción con la que pudieron adquirir estos productos sin tener que salir a las tiendas en físico, con entregas en puntos estratégicos, incluso recepción de paquetes a domicilio, abonó a que el comercio de estos productos floreciera mucho más entre mujeres, quienes mantienen una curva ascendente en la compra de los juguetes durante los años que ha durado la pandemia, comentó Anzaldo Valles, dueña de la tienda Street Fantasy.
Expuso que durante la pandemia creció 50% la venta de estos productos, lo cual se ha mantenido y ahora 70% lo compran mujeres.
Jessi, como la llaman sus amigos, tiene 25 años y sostiene: “No hay necesidad de explicar a un vendedor detrás del mostrador sobre las necesidades o deseos viéndolo a los ojos. Al ser en línea, podían hacer preguntas sin sentirse juzgados; en presencia, cualquier gesto mínimo puede ser malinterpretado, y la gente se cohíbe. Fue hasta una especie de confesionario, en el que me platicaban detalles de su intimidad y la apertura dio pie a una mayor venta de juguetes”.
La especialista en educación sexual y terapeuta, Elizabeth Ramirez Medina, reconoce que, durante la emergencia sanitaria, entre los adolescentes y jóvenes de 15 a 25 años aumentó la construcción de relaciones virtuales, evitando el contacto físico a toda costa por el Covid-19, pero también porque prefieren el uso de redes sociales, porque huyen del compromiso.
En los adultos de 30 a 45 años hubo una fase de revivir la relación.