Uno de los mayores lagos de Estados Unidos alcanzó esta semana su nivel más bajo, en medio de la dramática sequía que golpea al oeste de Estados Unidos.
El Gran Lago Salado, en el estado de Utah, fluctúa naturalmente debido a las precipitaciones, pero su volumen nunca había caído tanto, alcanzando su récord histórico desde las primeras mediciones en 1847.
El récord anterior es de octubre de 2021, de acuerdo con el Instituto de Geofísica de Estados Unidos (USGS).
La instancia advirtió que, de acuerdo con los registros, el nivel del lago continuará disminuyendo hasta el otoño o el comienzo del invierno, en el último trimestre del año, “cuando la cantidad de agua que entra al lago es igual o mayor a la que pierde por evaporación”.
“Este no es el tipo de récord que queremos romper”, dijo el director del Departamento de Recursos Naturales de Utah, Joel Ferry, citado en el texto.
“Acciones urgentes son necesarias para proteger y preservar este recurso indispensable. El lago está en apuros, eso es claro”, agregó.
El Gran Lago Salado contribuye anualmente con 1,3 millones de dólares a la economía local gracias a la minería, turismo y piscicultura, estiman las autoridades de Utah.
La reducción del lago amenaza también a varias especies de aves migratorias que hacen escala en él y puede también tener repercusiones sanitarias para la población local.
Los científicos han advertido recientemente sobre los sedimentos ricos en arsénico en el fondo del lago que quedan expuestos por la sequía. Propagados por el viento, pueden convertirse en un riesgo de toxicidad para la población local.
Desde hace años, el oeste de Estados Unidos está siendo impactado por una drástica sequía producto del cambio climático que es causado mayoritariamente por la acción humana y la quema indiscriminada de combustibles fósiles.
Reduciendo las reservas de agua y elevando las temperaturas, esta crónica sequía está en vías de transformar la región que enfrenta con más frecuencia climas extremos.