En mayo de 2021, la Comisión Europea adoptó un plan de acción que buscaba reducir los niveles de contaminación y alcanzar la neutralidad climática para el año 2050 apostando cada vez más por las energías renovables. En poco más de un año, el ente comunitario tuvo que revisar sus planes y aunque Bruselas planea renunciar a los suministros de gas ruso, no logrará deshacerse de su dependencia de Moscú este invierno, estiman desde el diario The Guardian.
Los precios del petróleo y del gas se desplomaron tras estallar la pandemia del covid-19, pero recobraron paulatinamente sus posiciones en el 2021. Sin embargo, este año, tras el inicio del operativo militar ruso en Ucrania y las sanciones occidentales contra Moscú, se produjo un considerable recorte de las entregas desde Rusia, lo que se reflejó en un auge de los precios.
Para mediados de agosto, el valor de gas natural superó los 3.100 dólares por 1.000 metros cúbicos, lo que representa un incremento del 610 % en comparación con el mismo período del año pasado, de acuerdo con los datos del mercado neerlandés TTF recogidos por la revista Time. Como consecuencia del aumento del coste de las materias primas, los precios de la electricidad en Europa subieron casi un 300 % hasta alzanzar cifras récord.
En vista de estos altos precios, fábricas de diferentes sectores, como productores de fertilizantes, aluminio o instalaciones de fundición de zinc, suspendieron sus actividades. Mientras, las facturas de la electricidad empujan a los consumidores casi a a la pobreza, agrega el diario británico.
Intentos de afrontar la crisis
Ante tal panorama, este invierno los gobiernos de la Unión Europea gastarían al menos 50.000 millones de euros en infraestructura y entregas de combustibles fósiles, incluido el gas y el carbón, para alimentar centrales eléctricas previamente detenidas. Anteriormente, los Veintisiete importaban un 40 % de su gas y más del 50 % de carbón desde Rusia para satisfacer sus necesidades, pero ahora “parece que tienen pocas opciones”, destacan desde The Financial Times.
Actualmente, los Estados miembros están elaborando medidas de apoyo financiero comparables a las que se adoptaron para superar la crisis bancaria de 2008. Desde el laboratorio de ideas Bruegel indican que desde septiembre de 2021 hasta julio de 2022 los gobiernos comunitarios asignaron 280.000 millones de euros para proteger a los consumidores del alza de los precios energéticos, disminuir las tarifas de combustibles, pagar por el gas suministrado y ayudar a los hogares vulnerables.
Entre otras medidas, destacan los planes para forzar a las compañías energéticas a compartir las ganancias obtenidas. “En los tiempos en los que vivimos, no puede ser que algunos obtengan unos beneficios extraordinarios y sin precedentes gracias a la guerra y a costa de los consumidores. En estos momentos, los beneficios deben compartirse y canalizarse hacia quienes más los necesitan”, declaró este miércoles la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
Un borrador del documento, examinado por Reuters, contempla que las eléctricas europeas no alimentadas con gas se desprendan de sus excesos de ingresos para que luego los gobiernos dirijan esos fondos para ayudar a empresas y ciudadanos con las facturas. Además, se propone introducir un objetivo obligatorio para los países de reducir el consumo de electricidad en el 5 % durante las horas punta.
Mientras, para las centrales nucleares, eólicas y solares se planea establecer un tope de 180 euros por megavatio hora en los ingresos que reciben por la generación de electricidad. Esta cifra es menos de la mitad del precio de mercado. A las empresas de combustibles fósiles se les cobrará un impuesto sobre beneficios inesperados. Asimismo, deberán efectuar “una contribución de solidaridad” del 33 % de sus excedentes imponibles de este ejercicio fiscal, recalca la agencia.
Según Von der Leyen, estas medidas permitirán recaudar más de 140.000 millones de euros que se usarán para amortiguar la crisis.