La capilla del castillo de Windsor ha albergado el último homenaje público a la reina Isabel II, fallecida el 8 de septiembre, en presencia de unos 800 invitados que han despedido a la difunta monarca en el mismo lugar donde se celebró el funeral por su marido, el príncipe Felipe.
Este lunes, Reino Unido ha ofrecido a su Majestad un último gran homenaje nacional, primero en la abadía de Westminster y luego en la capilla de San Jorge, en Windsor.
El féretro de Isabel II entró en el templo seguido de nuevo por los principales miembros de la familia real, entre ellos el rey Carlos III y su esposa, la reina consorte Camila. El deán de Windsor ha presidido una ceremonia puramente religiosa en la que también ha participado el arzobispo de Canterbury, Justin Welby.
Durante el acto, se han retirado los símbolos de la monarquía depositados sobre el féretro a excepción del estandarte real –la corona imperial, el orbe y el cetro–, para ser depositados repartidos sobre el altar.
El rey Carlos III ha depositado posteriormente sobre el féretro el color de la compañía de la reina mientras que el Lord Chamberlain ha roto su vara de mando y la ha depositado sobre el ataúd como símbolo del fin de la era isabelina.
Como ocurriese horas antes en Londres, el himno nacional, ‘Dios salve al Rey’, ha servido como conclusión al último gran acto público en recuerdo a Isabel II. El entierro posterior en la capilla de San Jorge se realizará ya en privado, según la Casa Real.
Isabel, la cuadragésima soberana de un linaje que se remonta a 1066, llegó al trono en 1952, siendo la primera monarca postimperial de Gran Bretaña.
Supervisó a su país, que trataba de hacerse un nuevo lugar en el mundo, y fue decisiva en el surgimiento de la Mancomunidad de Naciones, que ahora agrupa a 56 países.