De acuerdo con el medio especializado IFL Science, en noviembre de 2020 notaron usuarios de redes sociales en Estados Unidos cómo crecían las malas calificaciones contra las velas aromáticas de la marca Yankee Candle, la cual es altamente popular en ese país.
Esto se debe a que muchos reportaban que no les gustaba el aroma de las velas, lo cual resultó ser la parosmia, una alteración del olfato que vuelve desagradable lo que se supone que debería oler bien.
Mostraron algunos ejemplos de críticas, que van desde “no huelen (las velas) a nada” a “apenas y huele”, “huelen a cera (y no a vainilla)”, entre otras quejas.
Es altamente conocido que tener COVID-19 provoca falta de olfato (anosmia), no sólo cuando estás enfermo sino ya después recuperado como una secuela, lo que denominan “Long COVID” (COVID largo).
Pero estudio demostró que el coronavirus no solo quita el olfato sino que en muchas ocasiones provoca alucinaciones olfativas, que la gente empieza a oler mal las cosas o simplemente diferente, debido a que COVID-19 tiene importante impacto en las neuronas, específicamente en la captación de aromas.
“Mucha gente que ni siquiera sabía que estaba enferma comenzó a valorar negativamente las velas que compraba porque no desprendían el aroma esperado”, explica Gizmodo.
Kate Petrova, psicofisióloga de la Universidad de Stanford, analizó los datos de las quejas masivas y encontró que las quejas contra las velas aromáticas aumentaron al mismo tiempo en el que se disparaban los contagios de COVID-19 en Estados Unidos.
Así que al encontrar la correlación señaló que esto se debería a que muchísimos estadounidenses padecen falta o distorsión del olfato por la enfermedad.
La propia Kate Petrova lo tituló como “velas aromáticas, una inesperada víctima de COVID-19”.