AQUÍ LAS MEJORES BIBLIOTECAS DEL MUNDO

La humanidad tuvo y tiene todavía un sueño: poder guardar todo el conocimiento en un único lugar. ¿Para poseerlo? ¿Para protegerlo? Quizás ambas cosas. Sin embargo, es justo para cumplir este sueño que en el pasado se crearon —y se crean todavía— las bibliotecas. Antiguas y vetustas o modernas e hiperfuncionales, siempre acogen tesoros a veces únicos.

Tama Art University Library, Tokyo, Japan, Architect Toyo Ito, Tama Art University Library . (Photo by View Pictures/Universal Images Group via Getty Images)

La biblioteca más antigua del mundo, entre aquellas que siguen activas, se encuentra en Italia y guarda, entre muchos otros, un documento muy importante: ¿quién conoce el siguiente acertijo italiano? Se pareba boves alba pratalia araba et albo versorio teneba et negro semen seminaba. Se trata del más antiguo documento escrito en lengua vernácula, se remonta al siglo VIII y se encuentra en la Biblioteca Capitolare de la Catedral de Verona. El texto compara los dedos de la mano con unos bueyes que aran los campos blancos, es decir una hoja, sembrando una semilla negra, o sea, la tinta. La primera biblioteca de la cual se tiene noticia es la de Ebla, en Siria: un cúmulo de alrededor de 5 mil tablillas de arcilla con escritura cuneiforme, en idioma eblaíta, que data de hace 4,200 años. Cuando el rey Sargon, conquistador y destructor de Ebla, incendió la ciudad, la cocción de la arcilla hizo que las tablillas se conservaran hasta nuestros días.

SWITZERLAND – DECEMBER 10: Hall of Stiftsbibliotek, Abbey of St Gallen (18th century) (Unesco World Heritage List, 1983), canton St Gallen, Switzerland. (Photo by DeAgostini/Getty Images)

Sin embargo, la biblioteca más conocida fue la de Alejandría, fundada durante la dinastía ptolemaica. Miles de escribas recorrían el mundo para transcribir la obra de todos los historiadores, filósofos, matemáticos y sabios de cualquier campo del conocimiento en rollos de papiro. Pero el proceso de recopilación no se limitaba a eso: los agentes confiscaban cualquier manuscrito que encontraban en los barcos que transitaban por el puerto. Cada libro se transcribía minuciosamente y se regresaba al dueño. En realidad, la Biblioteca de Alejandría fue un enorme laboratorio editorial reservado a filósofos, sabios y otros profesionales del conocimiento.

This picture taken on November 14, 2017 shows a general view of the Tianjin Binhai Library.
A futuristic Chinese library has wowed book lovers around the world with its white, undulating shelves rising from floor to ceiling, but if you read between the lines you’ll spot one problem. Those rows upon rows of book spines are mostly images printed on the aluminium plates that make up the backs of shelves. / AFP PHOTO / FRED DUFOUR / To go with AFP story China-library-architecture, FOCUS by Becky Davis (Photo credit should read FRED DUFOUR/AFP via Getty Images)

La obra maestra iniciada por Ptolomeo fue continuada por su hijo Ptolomeo II, conocido como el Filadelfo, y así Alejandría se volvió la ciudad de los dos faros: uno era la famosa maravilla del mundo antiguo y el otro su legendaria biblioteca, un faro de otra naturaleza. Lamentablemente todas la bibliotecas antiguas, incluyendo la de Pérgamo, gran rival de Alejandría, fueron destruidas. En el fondo, las bibliotecas son una frágil muralla contra la intemperie de la historia. Encerrar los libros en un único lugar para protegerlos significa también exponerlos al riesgo de una destrucción completa e instantánea, aunque casual. Y, de hecho, no fueron las bibliotecas del mundo antiguo las que salvaron las obras del mundo clásico que han llegado hasta nosotros, sino más bien los scriptoria de los monasterios de la Alta Edad Media, donde los textos se copiaban a mano, con un trabajo largo y minucioso que podía requerir meses. Los libros —raros y costosos— eran objetos muy valiosos que había que guardar y proteger, más que leer.

Baroque hall of National Library of Czech Republic, within the old Jesuit College Clementinum, historic centre of Prague (UNESCO World Heritage List, 1992), Czech Republic, 16th-17th century.

Durante toda la Alta Edad Media, las bibliotecas fueron principalmente colecciones de escritos de los padres de la Iglesia. De hecho, la Biblioteca de Constantinopla, destruida por los cruzados en el 1204, contaba con la mayor colección de teología del Impero de Oriente.Algunas bibliotecas son tan bellas que han sido nombradas Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO, cuestión que comparten tanto la Biblioteca de la Abadía de San Galo, del siglo VIII y reconstruida en el siglo XVIII en estilo rococó, como la de Santa Catarina, en el Sinaí, del siglo IV, donde los monjes ortodoxos velaban los textos más antiguos del cristianismo.

La Biblioteca de la Abadía benedictina de Wiblingen, en Alemania, se terminó a la mitad del año mil setecientos “para guardar los tesoros de la sabiduría y de la ciencia”. Compite por belleza barroca con la Biblioteca de la Abadía de Admont, que se encuentra entre las montañas de Estiria, en Austria, y, por su lado, guarda la biblioteca monástica más grande del mundo. En la Klementinum de Praga, adentro del viejo colegio jesuita, se encuentra la colección más grande de globos terráqueos. Por otro lado la Biblioteca de Hachioji, en la periferia de Tokio, es ultramoderna: diseñada por el gran arquitecto Toyo Ito, es una obra maestra que ha implicado un uso revolucionario de los materiales y un concepto de total design que la fusiona con los espacios alrededor.

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