En menos de seis meses, la invasión de Ucrania por Rusia y la reducción de importaciones de gas ruso a Europa han desestabilizado el mercado de la energía. Los precios que ya estaban en aumento con la recuperación post pandemia se han elevado. Y ya planea una penuria de energía en Europa, donde varios países europeos han optado por algo hasta ahora impensable: reabrir temporalmente sus centrales con carbón para reemplazar los combustibles rusos.
De bajo costo, esta fuente energética es también la que emite más cantidades de CO2 en la atmósfera, recuerda Francisco del Pozo, coordinador del área de combustibles fósiles en la ONG Greenpeace España. “Puede estar entre 600 y mil gramos por kilovatio por hora. Si lo comparamos con el gas, tendríamos cantidades más bajas entre los 400 y los 600 de gramos de CO2 por KV/H”, detalla el activista, entrevistado por RFI.
A pesar del compromiso europeo de eliminar esta fuente energética que contribuye fuertemente al efecto invernadero, varios países dieron marcha atrás.
En Austria, obreros fueron movilizados para reactivar la planta con carbón de Mellach, en Francia, se postergó el cierre de unas de las últimas plantas con carbón del país ubicada en Saint Avold mientras que Italia, Reino Unido y Países bajos tomaron levantaron también restricción sobre la generación eléctrica con carbón.
Alemania, por su parte, principal potencia industrial europea, dejó de comprar gas ruso y utilizará carbón, anunciaron las autoridades.
“Las decisiones de utilizar más carbón en la producción eléctrica no es una buena noticia para el clima”, advierte Lola Vallejo. La experta en transición energética en el centro de análisis IDDRI con sede en París explica que Europa enfrenta dos crisis: la reducción de las importaciones de gas ruso que bajaron un 40 por ciento desde junio y la necesaria transición energética.
Preocupa en particular la situación de Alemania, particularmente dependiente del gas y carbón ruso, y que renunció a la energía nuclear.